Una estafa en la línea 9 (Parte I)

Fue una buena peda, esa fiesta de cumpleaños donde sabes que convivir es sano.
Había decidido divertirme por unas cuantas horas, visitando a mi amiga de hace bastante tiempo.
Era su cumpleaños, todo estaba saliendo perfectamente, bebimos, bailamos y bastaría decir que las declaraciones de amor se estaban vislumbrando,
Eran cerca de las 7 de la noche cuando empezó, y termino como por las 7 de la mañana, claro del día siguiente, el ruido de tanta música, cualquiera podría decir que los vecinos se alarmarían, y como es costumbre la policía asistiría pero para callar el ruido.
No pasó nada, lo cual fue excelente, de pronto todos los sobrevivientes de aquella tremenda diversión, comenzaron a decir que la seguirían en otra casa, yo me encontraba hasta la madre, mis parpados querían el toque de queda, mis pies no podían sostenerme, mi cuerpo por otra parte, solo quería descansar.
Como buen amigo que soy, los seguí, claramente estábamos en otra casa, antes pasamos por cerveza y aquel estúpido que conducía, salto un tope y me pegue en la parte de arriba de su automóvil, bueno lo que era antes un vehículo ese tipo había bebido moderadamente pero se le notaba su cansancio,
Bueno después de aquel descalabrado llegamos a su casa, el tipo vivía en lo más recóndito de la cuidad, daba miedo pensar que podía morir allí y nadie se enteraría, quizá algunos pero el cuerpo lo darían por perdido. ¡Valla! Entramos, pregunte por el baño, porque quería orinar, descargar 4 caguamas, estaba hasta la madre de tanta cerveza, solo quería dormir y justamente me recosté en el sillón pero continuaba despierto, como si algo me dijera, “te duermes y aquí te basculean”, en fin, solo vi que mi amiga se dormía, perdida en el sueño, pero yo me quería ir, descansar en mi casa, solo eso, pero ¿cómo podía irme si no conocía por allí?, todo iba bien, más antes habían dicho que comerían tacos, pero 2 tipos sobrevivientes de la fiesta, continuaban bebiendo, mientras contaban sus historias de quien era más cabron rompiendo la madre, ya me estaban aburriendo, les hubiese dicho que a los 2 les partía la madre, pero tal vez por el empuje de la cerveza injerida, se la creerían y en la condición de sueño que poseía en ese momento, fácilmente, el que valdría madres seria yo.
Todo paso, continuaron bebiendo por una hora, habían comprado un cartón de caguamas, si mal no lo recuerdo ese cartón trae 12 y se habían tomado 3 y media en una hora, uno de ellos se le notaba que estaba cansado casi a punto de morirse de sueño, así que decidí hablar, "¿iremos por los tacos?", cuando dije eso, todos se voltearon a verme, como diciendo, "¡cállate pendejo!", en fin, si no decía eso, jamás me iría y todos se quedarían dormidos, nos levantamos y caminamos unas calles delante de la casa del tipo salta topes. Llegamos a los tacos de carnitas, yo no traía ni mierda de dinero, decidí abrazar aquel dicho mexicano, “cuando vayas a los tacos, el que invite paga”, me termine por comer 2 tacos, tampoco quería parecer un maldito hambreado, todos terminamos y el tipo de la casa se fue con su pareja, ya no supe de ellos después de eso, porque no eran amigos míos, eran de mi amiga, yo solo iba de colado, entonces después de la gran peda, quedamos 3, mi amiga, su otro amigo y yo, el tipo que se quedó con nosotros, quería cogerse a ella, a mí me valía madres, era mi amiga pero si ella accedía a lo que el quería hacer, no se diga más, todo paso, caminamos hasta la avenida Pantitlán, (por cierto el lugar a donde fui se ubica por Pantitlán, si mal no lo recuerdo, cerca de Nezahualcóyotl) el punto es que me encontraba ya cerca de tomar el camión que me llevara a mi casa, caminamos más el tipo parecía que estaba convenciendo a mi amiga y para que ella se mantuviera lucida y sin darle importancia a él, comenzamos a hablar de aquellos tiempos en los cursos de la UNAM llamados CEM, estuvo divertida la historia retrospectiva.

Sa. J. Jalley

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